jueves, 17 de enero de 2008

Experiencia de María como voluntaria en el 2006.


Empezamos a hacer nuestra maleta para marchar a tierras bolivianas, en concreto y por segunda vez al Hogar Virgen de la Yedra, en Sucre.
El temor a no poder superar el año anterior, con todos los cambios que han habido, nos inquieta, pero llevamos la mochila llena de ilusion y ganas.
Por fin salimos de Madrid, dirección Buenos Aires, pasamos allí un día y luego ya hacia Santa Cruz, otra noche mas, y de allí a Sucre.
El día 10 de Julio a las 10:30 llegamos al aeropuerto; recuerdo cuando bajamos las escaleras, a 2.850 metros de altura, no lo podía creer, de nuevo en la Sucre...
En el mirador, esperándonos, nuestros niños, las hermanas, las amigas, que nervios.
Cuando vi pegado al cristal del aeropuerto a Marquitos observandome con esa carita, fue una sensación increíble, una lagrimita corrió por mi mejilla. Su ternura es algo que se queda dentro de uno y no puedes olvidar.

Estábamos de nuevo en el Barrio de Santo Domingo, donde esta esa gran familia de 20 niños, allí cada cual tiene algo especial y hace que tu te sientas especial. Parecía que el tiempo no había pasado, nos sentíamos como en casa. Los niños nos trataban como si nunca nos hubiéramos marchado. Y por supuesto hemos recibido mucho mas de lo que nunca podremos dar.

Nuestra estancia en la Yedra tal vez ha igualado o superado a la anterior, que es lo que mas miedo nos daba. Coincidimos con el grupo que llevaba José Luís, 6 chicas Sevillanas, y José Antonio, otro maestro del colegio europeo que ayudan a las hermanas con un proyecto educativo para los chicos. La verdad es que nos organizamos muy bien y los niños se lo pasaron genial, como nosotros.
La Yedra se lleno de voluntarios con ganas de compartir su tiempo con los 20 niños que ya el año pasado nos llegaron al corazón. Es cierto, no se que tiene la Yedra que todo el que va, quiere regresar de nuevo...
La primera semana la pasamos todo el día con los chicos, ya que tenian vacaciones, el poder compartir con ellos sus actividades diarias, jugar al monopolio, a la yengha, a fútbol y a las actividades que les preparamos; verles sonreír, con eso ya merecía la pena estar allí. La segunda semana y las siguientes ayudábamos en el hogar en las tareas, llevábamos a los niños a la escuela, estábamos con Oscar en el hospital y hacíamos apoyo escolar por las tardes.

El tiempo nos ha pasado rápido, no nos dio tiempo ni a echar de menos a la familia ni a los amigos, teníamos todo el día ocupado, compartiendo con el hogar todo lo que tenemos, nosotros mismos.

La despedida fue lo mas difícil, aunque ha sido un "hasta el año que viene", ya que el próximo año, pretendemos regresar con la misma ilusión y ganas, y continuar formando parte de este proyecto de consolación.

Septiembre 2006.


Maria.

2 comentarios:

B.a dijo...

La verdad es que cada vez que leo la experiencia de María, se me cae una lagrimita porque me siento muy identificada...sobretodo cuando cuenta lo que sintio cuando vio a los niños dentras del cristal esperándoles en el aeropuerto, a marquitos.....
el año pasado yo senti lo mismo al volver a verlos en el mirador del aeropuerto, nada mas bajar del avion, la primera lágrima recorrió mi mejilla; después, cuando los vi a todos pegados detrás del cristal, mirándonos con esos ojos tan llenos de ilusión y de vida y esa sonrisa que a todos les identifica...no pude evitarlo y miles de lágrimas salieron sin poder parar...
cuento los días para volver a Sucre y volver a vivir ese momento tan mágico, cargado de ilusion, nervios, y otro sinfin de sentimientos que no puedo describir.. solo por verles sonreir merece la pena toda la espera.

Marta dijo...

Ai Bea... que bonito... ahora si que se me han caido a mi las lagrimas jajaja. Qué ganas de volver a verlos y apretarlos un poquito.