Desde voluntariosucre queríamos desearos una feliz navidad a todos y los mejores deseos para el año próximo.
Espero que en aquellos momentos que estemos con nuestras familias y amigos celebrando estas fiestas, en algun periodo de tiempo, por muy pequeño que sea, nos acordemos de nuestros niños en Sucre, de la cantidad de gente que pasará el dia de navidad en la calle, de los niños limpiabotas con sus familias tan lejos de ellos, de los niños del psico. Quizás muchos de estos niños se queden sin regalos, sin abrazos, sin comida...
Las imágenes son de la navidad pasada, las he sacado de Correo del Sur.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
¡Feliz navidad a todos!
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Marta
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viernes, 7 de noviembre de 2008
BEST SELLER 2008
Hola a Todos! os quería comentar que como siempre, al volver del viaje he hecho un libro con todas las fotos de recuerdo. Está colgado en una página web por si queréis darle una ojeada y comentar que os parece, aunque solo aparecen algunas páginas del libro, no todo entero. En el caso de quererlo comprar también se puede directamente desde esta página web.
De todas formas ya os lo enseñaré en Sevilla cuando llegue en Navidad.
Un beso a todosssssssssssssssssssss
http://www.blurb.com/books/373824
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Marta
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miércoles, 5 de noviembre de 2008
La fotografía de la pesadilla
Hoy antes de finalizar la clase de construcción, el profesor nos ha puesto esta imagen para reflexionar; nos ha contado la historia de este fotógrafo y la verdad que me he quedado durante toda la tarde pensando. ¿Cómo se puede llegar a fotografiar algo así? Una niña apunto de morir y de ser comida por un buitre. La imagen es bastante dura y en mi opinión es inhumano el dejar a esa niña morir para tener una buena fotografía.
He estado buscando en internet la historia de este fotógrafo y aquí os dejo un artículo publicado en EL PAIS por John Carlin el 18/03/2007.
La imagen de ese buitre acechando a una niña moribunda en África le persiguió en vida. Con ella atrapó el Pulitzer, pero también la maldición de una pregunta: “¿Qué hiciste para ayudarla?”. A Kevin Carter, cronista gráfico de la Suráfrica del 'apartheid', la presión le empujó al suicidio. Un periodista testigo de aquellos años rememora su figura.
Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.
No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.
Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.
Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.
Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.
La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.
Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.
Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.
En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.
Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.
El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.
En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.
El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...
El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.
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jueves, 30 de octubre de 2008
martes, 28 de octubre de 2008
Primeras imágenes del Heavyllanos
Aquí os dejo las primeras imágenes que he conseguido del festival.
Quería agradecer a todas aquellas personas que han colaborado en esta causa, tanto los creadores del festival, los que han participado para que esta causa se haya podido llevar a cabo, como a todas aquellas personas que hayan consumido en la barra, hayan comprado camisetas... etc.
He entrado esta mañana en la pagina del festival, y Jose, uno de los organizadores escribía estas palabras algo apenado después del duro trabajo que ha sido organizar todo esto y haberle puesto tanto esfuerzo y dedicación:
Desde el personal distrito del casco antiguo, hasta la persona que haya pedido una cerveza en la barra, a todos ellos muchísimas gracias por ayudarnos en esta causa tan noble y que por desgracia ha recogido este año MUCHISIMOS MENOS BENEFICIOS que en otras ocasiones, muchos dirán que para que nos gastamos tanto dinero en sonido, camisetas,luces e historias, bien, a todos ellos solo decirles que nosotr@s nada de eso hemos pagado y aunque haya gente que no se lo crea, ha sido todo sacado del distrito del casco antiguo de Sevilla que han confiado en esta causa desde el primer momento que le presentamos el proyecto.
Nosotros solo pusimos una barra lo mas asequible del mundo:
-cerveza,tinto y refrescos: 1€
-montaditos: 1,50€
-cubatas: 5€
-camisetas: 3€
Nos parece mentira que no haya funcionado y esperamos que a toda aquella persona que hayan hecho botellón en nuestras narices siendo la causa que era, SE LE CAIGA LA CARA DE VERGÜENZA.
SIENTO MUCHO DAR ESTE COMUNICADO.
EN FIN...
La verdad que al leer esto me he quedado bastante impactado, a pesar de todo quería darte las gracias por todo Jose y que sepas que todo el tiempo que has dedicado para la organización, las ganas y la ilusión van a haber muchos niños que te lo van a agradecer de corazón. Gracias de nuevo.
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viernes, 10 de octubre de 2008
HEAVYLLANO 2008

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jueves, 2 de octubre de 2008
Felicitaciones de navidad










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miércoles, 17 de septiembre de 2008
La Yedra 2008
Este se ve con mas calidad, el otro nada mas se veían puntitos. Por cierto Bea se sabe ya cuando es el Heavyllano?? jo! me encantaría poder ir... habéis hecho un vídeo o cartel nuevo?? quiero verlo todoooo =P
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domingo, 14 de septiembre de 2008
PSICOPEDAGOGICO 2008
Con este vídeo he intentado reflejar nuestra labor en el centro psicopedagógico durante este verano. Es una realidad muy diferente a la de los distintos centros en los que ayudamos; es mucho mas duro tratar con estos niños pero por lo que me cuentan mis compañeros, mucho mas gratificante. Espero que os guste.
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sábado, 13 de septiembre de 2008
viernes, 5 de septiembre de 2008
jueves, 4 de septiembre de 2008
Sucre 2008
En este video queda reflejado lo dura que es la vida del voluntario. Y lo mas importante de todo, que conste que la canción de este video NO ES de dirty dancing =P.
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miércoles, 3 de septiembre de 2008
Jaime, el pequeño de los Cecilios.



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